Reseña: En El Viaje de Morvern, la directora Lynne Ramsay (cuya filmografía también incluye la excelente Ratcatcher -1999- y la intensa Tenemos que Hablar de Kevin -We Need to Talk About Kevin, 2011-) demuestra un asombroso dominio del lenguaje cinematográfico, dotando cada escena de un poderoso estilo visual y una atmósfera hipnótica y envolvente. Ramsay confía plenamente en el poder de las imágenes, y logra llenarlas simultáneamente de significado y valor estético. Por el lado negativo, creo que el guión de El Viaje de Morvern no está a la altura de la extraordinaria dirección, ya que se siente más como una colección de viñetas que como un relato sólido y unificado, y eso hace que la experiencia se termine sintiendo un poco vacía; en otras palabras, el tremendo despliegue visual conjurado por Ramsay no tiene suficiente soporte narrativo, y eso es lo que evita que la película sea completamente satisfactoria. De todas maneras, El Viaje de Morvern logró mantenerme atrapado a pesar de su flojo guión, debido que a la directora logra que cada escena sea fascinante y desborde misterio y sensualidad tan solo con su pericia para la puesta en escena y para narrar con imágenes. Generalmente estoy en contra de las películas que ponen el estilo por encima de la sustancia; pero cuando el estilo es tan arrollador como en El Viaje de Morvern, la escasa sustancia termina siendo compensada en gran parte.
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