Reseña: Hay películas que genuinamente logran transportarnos a un mundo, por lo que terminos compenetrándonos con los personajes y las situaciones que viven en él; y cuando la cinta termina, uno se queda con la curiosidad de cómo seguirán la vida de esas personas. Me alegra decir que Las Locuras de Igby (horrendo título que brinda una noción completamente errónea de lo que es la película) resultó ser una de esas cautivantes experiencias, repleta de fascinantes personajes, brillantes diálogos y una historia sencilla pero muy interesante. Ah, y no puedo dejar de mencionar el estupendo trabajo del elenco entero; absolutamente todos los actores encajan tan bien en sus papeles que no podría imaginarme a nadie más en esos roles (incluso Ryan Phillippe, un intérprete a quien generalmente no trago), y terminan creando personalidades entrañables a pesar de su falibilidad. Como toda buena película, Las Locuras de Igby funciona en mucho niveles, combinando comedia, drama, romance y agudas reflexiones de manera precisa y natural, logrando que todos esos estratos se complementen de manera armoniosa y satisfactoria, por lo que se pasa con absoluta fluidez de una escena muy graciosa a otra emotiva y a otra que nos deja pensando, y así sucesivamente. Mis expectativas antes de ver Las Locuras de Igby eran neutras, y quizás por eso me sorprendió disfrutarla tanto (de hecho, ya desde la primera escena logró sorprenderme y atrapar mi atención), por lo que la recomiendo como una cinta fresca, vivaz, profunda y muy entretenida.
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