viernes, 12 de octubre de 2018

El Repostero de Berlín (Der Kuchenmacher, 2017)

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Reseña: El Repostero de Berlín es una película cuya sutileza es su arma más valiosa. En manos menos talentosas, una trama como la de esta cinta (un repostero alemán viaja a Jerusalén y entabla una amistad con la viuda del hombre con quien él tenía un affaire, quien era un ingeniero que viajaba frecuentemente a Alemania) podría haber degenerado en un irritante y sentimentaloide dramón telenovelesco. Pero gracias al refinado y sobrio trabajo del director y guionista Ofir Raul Grazier, tenemos un drama sensible y melancólico, en donde no hay exageradas escenas de llanto ni nada por el estilo, sino momentos emocionales que decantan poco a poco, eventualmente generando un efecto emotivo y satisfactorio.

El Repostero de Berlín se desarrolla con un ritmo pausado, pero jamás se torna aburrida, ya que ese estilo relajado y metódico permite que nos compenetremos de manera gradual con las experiencias de los personajes, al mismo tiempo que podemos ir apreciando las múltiples connotaciones que Grazier incorporó a su guion. Adicionalmente, esa forma de dejar que la narrativa se cocine "a fuego lento" y sin ninguna prisa permite saborear (palabra que coincide perfectamente con el tema culinario de esta película) mejor la narrativa y las emociones.

Los actores se adaptan sin dificultad alguna a la sutileza que la cinta mantiene de principio a fin. En el rol del repostero, Tim Kalkhof no necesita palabras para transmitir la devastación que siente por la muerte de su amado, así como también la soledad que siente en un país ajeno al suyo. Como la viuda del ingeniero, Sarah Adler también realiza un trabajo muy creíble, mostrando cómo su personaje intenta retomar la rutina con esa pérdida que tuvo en su vida. El resto de los intérpretes hace un buen trabajo, pero es indudable que los roles más importantes están a cargo de Kalkhof y Adler, quienes salen muy airosos en sus desempeños.

En resumen, El Repostero de Berlín me pareció una película muy interesante, logrando incursionar en terreno dramático con pudor y buen gusto, sin por ello descuidar el impacto emocional, hasta culminar en un final cuya elegante ambigüedad resulta muy satisfactoria. La recomiendo con confianza para quienes estén deseosos de ver una película cuyo bajo perfil es su principal atributo, a diferencia de tantos dramas realizados con mucha mayor parafernalia que solo consiguen irritar.

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