miércoles, 13 de marzo de 2019
El Vicepresidente (Vice, 2018)
Reseña: En La Gran Apuesta (The Big Short, 2015), el director Adam McKay retrató el colapso económico de Wall Street del año 2008 con un estilo único, combinando pasajes dramatizados con un formato de falso documental que, en muchas ocasiones, se detenía a explicar de manera didáctica y creativa los complicados conceptos que se abordaban. En El Vicepresidente, McKay pretendió hacer lo mismo, pero, en esta ocasión, con la biografía de Dick Cheney, quien fue el Vicepresidente de George W. Bush, y quien se considera que ejerció la "presidencia fantasma" de Estados Unidos. Sin embargo, lamento decir que ese estilo no funciona del todo bien en esta película.
El principal problema que tuve con El Vicepresidente fue que me costó trabajo sumergirme en la experiencia. En otras palabras, la técnica utilizada por McKay hace que la cinta termine pareciendo más una ilustración audiovisual de un artículo de Wikipedia, por lo que nunca logra generar un auténtico flujo narrativo. Los trucos implementados por el director (como voz en off y explicación de términos en particular), que tan bien funcionaron en La Gran Apuesta, me "sacaban" constantemente de la experiencia en El Vicepresidente, y, en el peor de los casos, se sienten como meros caprichos cuya única justificación es hacer que la cinta parezca más inteligente de lo que realmente es.
Adicionalmente, me resultó difícil establecer la más mínima empatía con el personaje central. Claro, es cierto que Cheney es una figura ruin que pisoteó derechos humanos y afectó la vida de millones de personas (no solo en Estados Unidos, sino colateralmente en el mundo), pero esta película lo presenta como una caricatura sin el más mínimo esbozo de humanidad. Nunca se siente como un personaje bien formado, sino como un simple blanco de burlas y críticas.
La manera en la cual el personaje de Cheney está escrito afecta negativamente el desempeño actoral de Christian Bale, quien hace su mejor esfuerzo aunque se ve constantemente traicionado por el guion. Por su parte, sólidos actores como Amy Adams y Steve Carell pasan desapercibidos por la superficialidad con la que sus roles están escritos, y el único que verdaderamente logra dejar su huella es el siempre brillante Sam Rockwell como Bush hijo, ya que, en relativamente poco tiempo en escena, genuinamente logra componer un personaje más complejo de lo que puede parecer a simple vista.
En conclusión, El Vicepresidente es una película que comete el error de pretender estar siempre un paso adelante del espectador, con ínfulas de ser mucho más vivaz y elocuente de lo que realmente es (cuando más se manifiesta esa arrogancia es durante una escena que aparece a mitad de los créditos finales que me irritó bastante). Además, espero que McKay haya aprendido la lección para su siguiente cinta: el hecho de que un estilo le haya funcionado bien una vez no significa que siempre sea el adecuado para cualquier proyecto.
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