viernes, 8 de marzo de 2019

Juventud (Youth, 2015)


Reseña: El estilo del director Paolo Sorrentino funciona mejor cuando no se enfoca en una narrativa concreta, sino en una serie de viñetas que se van concatenando hasta formar un todo rico y sustancioso. Quizás por eso, su película menos lograda, The Family Friend (L'Amico di Famiglia, 2006), fue justamente la que más seguía una línea narrativa. Como sea, Juventud encaja dentro del estilo que mejor domina Sorrentino, aunque, en este caso, el encadenamiento de viñetas no logra llegar a un punto determinado, por lo que el todo termina siendo menos que la suma de sus partes.

Juventud retrata a un variado grupo de personas que están pasando un tiempo en un exclusivo resort en Suiza. Como ya establecí en el párrafo previo, no hay una trama propiamente dicha, pero sí tenemos abundantes buenos momentos que capturan el interés y ofrecen material profundo que invita a la reflexión. A su vez, también hay algunos momentos que se sienten afectados y pretenciosos (sobre todo, los relacionados con Hitler -cuando vean la cinta, entenderán a qué me refiero) que se sienten vacuos e irrelevantes, aunque afortunadamente, estas instancias se encuentran en la minoría.

También hay que hacer mención de las impecables actuaciones del elenco entero. Michael Caine (como un célebre director de orquesta) y Harvey Keitel (como un cineasta que no se encuentra atravesando el mejor momento de su carrera) no necesitan palabras para transmitir el peso que las experiencias de vida de sus personajes han tenido a lo largo de los años, y verlos interactuar con tan buena química es un placer. Todo el resto del elenco también hace un trabajo estupendo, desde quienes interpretan papeles de soporte pero no por ello carentes de importancia (Rachel Weisz, Paul Dano y Jane Fonda) hasta quienes encarnan roles aparentemente "chicos", pero que, en realidad, aportan valiosos detalles que enriquecen la experiencia (entre los que se encuentra el argentino Roly Serrano encarnando a un cierto jugador de fútbol, cuyo nombre nunca se explicita en la película, aunque no quedan dudas de quién se trata).

Pero, volviendo a lo negativo, sentí que a Juventud le faltó un cierre genuinamente satisfactorio que unificara la experiencia. La disfruté escena por escena, pero cuando llegó el momento del final, me quedé con la impresión de que la cinta no terminó llegando a un punto determinado. En otras palabras, me gustó más el recorrido que el destino final. Eso no quita que, de todas maneras, Juventud me haya parecido una sólida película, pero, con una conclusión mejor armada, siento que la experiencia general podría haber llegado más lejos, sin dejarme con ganas de algo más.

Aún así, creo que Juventud amerita ser recomendada por el extraordinario trabajo de su elenco, la visión de Sorrentino y el hecho de que no teme invitar a la reflexión del espectador con un ritmo sereno que le da un aire otoñal y elegíaco a la película entera. Con un final mejor planteado y evitando algunas instancias de excesiva pretensión, Juventud podría haber sido una gran película, pero, en su estado actual, no deja de ser una cinta interesante realizada con innegable talento al frente y detrás de cámaras.

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