domingo, 31 de marzo de 2019

The Turin Horse (A Torinói Ió, 2011)

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Reseña: Hay películas que van creciendo cada vez más en el recuerdo a medida que uno más las va viendo en retrospectiva. Exactamente eso me sucedió con Werckmeister Harmonies (Werckmeister Harmóniák, 2000), una hipnótica experiencia que quizás no sea muy accesible, pero que recompensa al espectador con una experiencia única que se presta a una variedad de múltiples interpretaciones. Debido a eso, tenía buenas expectativas antes de ver The Turin Horse, también co-dirigida por Béla Tarr y Ágnes Hranitzky, la cual indudablemente tiene varios atributos, aunque me dejó menos satisfecho que Werckmeister Harmonies.

Es un poco absurdo intentar sintetizar una película como The Turin Horse en una simple sinopsis, ya que esta es una de esas cintas que no giran en torno a un eje narrativo propiamente dicho. Pero bueno, solo diré que, a grandes rasgos, la película transcurre a lo largo de seis días, en los cuales presenciamos la vida de un granjero y su hija, a la vez que tienen que lidiar con un caballo que parece estar en gradual deterioro. Y así es como vemos la rutinaria vida de esas dos personas a lo largo de casi dos horas y media, lo cual hace que la experiencia se torne redundante y cansada en más de una ocasión. En ese sentido, no pude evitar percibir cierta auto-indulgencia por parte de Tarr y Hranitzky (vicio en el cual caían en Werckmeister Harmonies, en menor grado), ya que parecen estar tan enamorados de su propia película que no quisieron dejar ni un segundo afuera, sin reconocer que eso termina siendo un obstáculo para el flujo de la experiencia en algunos momentos.

Adicionalmente, no parece haber el suficiente subtexto por debajo de The Turin Horse para hacerla genuinamente memorable. Werckmeister Harmonies era una película repleta de estimulantes enigmas, lo cual despertaba la imaginación del espectador y lo invitaba a sacar conclusiones para completar la experiencia desde su particular punto de vista. Por el contrario, The Turin Horse no va más allá de lo que simplemente se ve en escena, y si bien hay algunas metáforas y simbolismos, son bastante obvios y lineales.

A pesar de mis quejas, The Turin Horse ofrece varios atributos valiosos. La película cuenta con muy pocos diálogos, por lo que resulta muy loable la manera en la cual Tarr y Hranitzky dejan que las imágenes hablen por sí solas. Además, no puede negarse la habilidad de los co-directores para generar climas y atmósfera con elegancia y sutileza, auxiliados por la cinematografía en blanco y negro de Fred Kelemen. Finalmente, los actores Erika Bók y János Derzsi enfrentaron el reto de interpretar sus personajes sin casi tener diálogos, y ambos salieron airosos, brindando sólidas actuaciones con trabajos de composición simultáneamente precisos y naturales.

A fin de cuentas, The Turin Horse ofrece suficiente sensibilidad cinematográfica y hábil manejo de las herramientas del cine para merecer una recomendación, aunque solo reservada para gente que sabe en lo que se mete y tiene las expectativas ajustadas para ello. Personalmente, esperaba más de la cinta y tengo reparos contra ella, pero no me arrepiento de haberla visto, ya que siempre aprecio cuando una cinta tiene algo muy distintivo y personal para proponer, aunque eso no garantice infalibilidad.

viernes, 29 de marzo de 2019

Dragged Across Concrete (2018)

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Reseña: En los últimos cinco años, el nombre del director y guionista S. Craig Zahler ha estado resonando cada vez más fuerte, y con justa razón. En el western Bone Tomahawk (2015) y el thriller Brawl in Cell Block 99 (2017), Zahler ha demostrado abundante talento para construir relatos de manera pausada y metódica, envolviendo gradualmente al espectador para luego golpearlo con terceros actos brutales en donde la violencia estalla de manera cruda e impactante. Este cineasta vuelve a utilizar dicha técnica en Dragged Across Concrete, su más reciente cinta, la cual me pareció una muy entretenida "heist movie" (así se les dice a las películas sobre robos) que logró mantenerme atento e involucrado a lo largo de más de dos horas y media que se me pasaron volando.

A diferencia de las películas previas de Zahler, Dragged Across Concrete nos presenta a varios personajes con diversas sub-tramas que eventualmente confluirán. Quizás algunos detalles de la trama están abordados de manera demasiado rápida, pero, en general, la trama está bien estructurada, tomándose su tiempo para establecer a los personajes y las situaciones en las cuales se ven envueltos, logrando que genuinamente nos compenetremos con ellos. Los personajes más importantes son dos policías que son suspendidos de la fuerza por un caso de brutalidad policial por un lado, y, por el otro, un hombre de color con un hermano discapacitado y una madre que hace cualquier cosa por aportar dinero. Eventualmente, todas estas personas se terminarán vinculando por el crimen, lo cual no está bien, pero, al mismo tiempo, podría ayudarlos a salir de la situación económica cada vez más difícil que están atravesando. Eso le brinda una rica ambigüedad moral a la cinta, mostrando cómo los personajes no ven una mejor salida que volcarse al delito para encontrar un rayo de luz al final del túnel.

Adicionalmente, aprecié mucho la deliciosa dosis de incorrección política que Zahler incorporó a su libreto, lo cual fue refrescante de encontrar en esta época en la cual parece estar prohibido contrariar la moral y las buenas costumbres. El dúo de policías es el encargado de aportar la mayor cantidad de dicha incorrección política durante sus hilarantes diálogos, los cuales les brindan una buena cantidad de humor al relato. Además, ayuda mucho que ambos estén interpretados por Mel Gibson y Vince Vaughn, compartiendo una química natural y creíble (además, no pueden negarse los paralelos que se pueden trazar entre el personaje de Gibson y algunos notorios escándolos en los cuales él se vio involucrado en la vida real). Tory Kittles interpreta al hombre de color, y aunque este actor era un total desconocido para mí, también logró dejarme una buena impresión; las escenas que comparte con su hermano en silla de ruedas (sólidamente encarnado por Myles Truitt) configuran los momentos más cálidos y emotivos de la cinta. En el resto del elenco, podemos encontrar a buenos actores como Jennifer Carpenter, Don Johnson y Udo Kier en roles breves, pero ellos consiguen elevarlos con su talento (aunque Carpenter interpreta un personaje cuya presencia se podría haber omitido, porque no añada nada particularmente sustancioso a la narrativa).

Mi principal queja contra Dragged Across Concrete no es intrínseca de la película, sino que está relacionada con las expectativas que tenía en base a las dos previas películas de Zahler. Dragged Across Concrete tiene una conclusión satisfactoria, pero dista de ser tan contundente e impactante como las de Bone Tomahawk y Brawl in Cell Block 99. Con esos antecedentes, yo esperaba un remate más intenso que el que Dragged Across Concrete terminó teniendo. De todas maneras, eso no impidió que la cinta me gustara, y, como dije anteriormente, si no hubiera visto las dos películas previas de Zahler, probablemente no hubiera tenido esta objeción.

Dragged Across Concrete no innova en cuanto a tema, pero sí resulta distinta en lo que respecta a su ejecución. Zahler demuestra nuevamente lo importante que es construir minuciosa y cuidadosamente la narrativa y los personajes (no en balde, tuvo una prolífica carrera como novelista antes de convertirse en cineasta), ya que eso hace que la experiencia vaya generando interés y buenos niveles de tensión que eventualmente explotan en todo su esplendor. A fin de cuentas, Dragged Across Concrete no me pareció perfecta, pero no puedo negar que me pareció una experiencia simultáneamente entretenida, emocionante, emotiva y hasta inesperadamente graciosa, por lo que puedo recomendarla con confianza, particularmente para espectadores que valoren una película cocinada "a fuego lento" para eventualmente servir un plato satisfactorio.

Pacto de Justicia (Open Range, 2003)

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Reseña: Pacto de Justicia es un western realizado con un agradable clasicismo, narrado con placidez y mesura, sobrios momentos emocionales que logran ser emotivos e impresionantes valores de producción, empezando por la espectacular cinematografía, que hace que todas las escenas luzcan como auténticas postales. No obstante, a pesar de tantos halagos, creo que, con una duración de casi ciento cuarenta minutos, Pacto de Justicia podría haber sido más compacta y concisa.

Pacto de Justicia logra inmediatamente que el espectador genere empatía con los personajes. Inicialmente, somos introducidos a los vaqueros Charley, Boss, Button y Mose (interpretados respectivamente por Kevin Costner -quien también dirigió la cinta-, Robert Duvall, Diego Luna y Abraham Benrubi), quienes son genuinamente queribles, lo cual hace que la audiencia se encariñe con ellos y se preocupe por su eventual destino. Indudablemente ayudan las actuaciones de los mencionados intérpretes, habitando sus roles con total credibilidad y manteniendo una perfecta química mutua.

La dirección de Costner transporta fácilmente a la audiencia al Lejano Oeste de finales del siglo XIX, auxiliada por una detallada reconstrucción de época. Por su parte, el foco del guion no radica en desarrollar secuencias de acción, sino en cultivar ricas relaciones entre los personajes, ilustrándonos con trazos delicados su carácter y los traumas que han tenido a lo largo de sus vidas. No obstante, aunque la acción no sea el principal foco de esta película, hay un extenso tiroteo cerca del final que está excelentemente filmado, logrando ser simultáneamente crudo y emocionante.

Sin embargo, no puedo negar que Pacto de Justicia es más larga de lo necesario. En particular, la sub-trama romántica que se desarrolla entre Charley y el personaje de Annette Bening me pareció francamente inútil, y podría haberse omitido por completo. De hecho, ocupa demasiado tiempo del tercer acto, y se siente como una obstrucción que opaca innecesariamente todos los demás elementos de la narrativa, ya que se siente añadida a la fuerza, sin suficiente justificación. Y si bien Pacto de Justicia nunca se torna aburrida, esas escenas están tan fuera de lugar que incluso parecen sacadas de otra película.

Aún así, hay mucho para valorar en Pacto de Justicia, aunque no puedo dejar de pensar que hubiera sido mejor ajustando la edición y extirpando unos veinte o veinticinco minutos. En fin, ha habido westerns del siglo XXI que me gustaron más (mis favoritos probablemente sean Django sin Cadenas -Django Unchained, 2012- y Bone Tomahawk -2015-), pero, de todas maneras, Pacto de Justicia es un sólido exponente de ese género, cuyo fino estilo y delicado manejo de emociones genuinamente logran transportarnos a otra época.

miércoles, 27 de marzo de 2019

Dos Disparos (2014)

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Reseña: Dos Disparos dista de ser perfecta, pero cuando uno está tan acostumbrado a ver películas convencionales, es refrescante encontrar una tan anárquica como esta. Dos Disparos carece de una auténtica estructura narrativa y de protagonistas definidos, además de escapar a la fácil categorización en un género específico. Eso la hace inclasificable y única, y, aunque de ninguna manera será para todos los gustos, celebro que el director y guionista Martín Rejtman se haya arriesgado con una película así.

Es imposible sintetizar Dos Disparos en una simple sinopsis. Baste decir que el desencadente de la cinta consiste en un joven que se dispara dos veces (primera en la cabeza, y luego en el estómago), pero milagrosamente sobrevive. Ciertamente es un punto de partida absurdista, pero les aseguro que lo que viene después es más absurdista todavía. Como sea, me resultó imposible no enfrentar esta película con constante curiosidad, más allá de sus ocasionales fallas (como el final, el cual resulta un poco abrupto).

Adicionalmente, Dos Disparos es una película en la cual los personajes son intencionalmente inexpresivos, y enuncian sus palabras de manera monocorde. Eso fue indudablemente un reto para el elenco, ya que eso implicaba que no tenían que transmitir ninguna emoción. Sin embargo, los actores salieron airosos de dicho desafío, adaptándose perfectamente a ese estilo tan peculiar, el cual tiene algunos puntos en contacto con el cine de Jim Jarmusch, aunque, a fin de cuentas, es lo suficientemente distintivo para ganar una identidad propia.

Dos Disparos es una de esas películas que no admiten término medio: algunos se dejarán llevar por una propuesta tan inusual, mientras que otros quedarán irritados o aburridos. Afortunadamente, a mí me ocurrió lo primero, por lo que la recomiendo con entusiasmo, principalmente para cinéfilos que busquen algo que va a contacorriente de todas las fórmulas y que rompe todo esquema y convencionalismo. No es habitual encontrarse con una cinta así, y lo es aún menos encontrarla en el contexto del cine argentino.

Stan & Ollie (2018)

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Reseña: Francamente, nunca he sido seguidor de la trayectoria de los comediantes Stan Laurel y Oliver Hardy (más conocidos como "El Gordo y el Flaco"). De hecho, creo que jamás he visto un "sketch" suyo completo. De todas maneras, les puedo asegurar que no hace falta ser fanático de ellos para disfrutar enormemente Stan & Ollie, una brillante película que logra genuinamente conmover con su retrato de la profunda amistad entre ambos comediantes.

Stan & Ollie transcurre en 1953 (luego de un prólogo ambientado en 1937), cuando el dúo ya no se encontraba en sus mejores épocas, y se embarcaron en una gira por el Reino Unido. Lo que la cinta logra capturar perfectamente bien es la pasión que ambos nunca dejaron de sentir por su oficio, de paso ofreciendo una deliciosa mirada al "detrás de escena", lidiando con productores y un hipócrita empresario teatral (muy bien interpretado por Rufus Jones, por cierto) y luchando por obtener financiación para una película de Robin Hood. También me gustó mucho la recreación de los espectáculos de Laurel y Hardy, remontando a una época en la cual era posible ofrecer un humor simultáneamente sano y gracioso, en lugar de la vulgaridad y chabacanería que vendrían años más tarde.

Sin embargo, el punto fuerte de la película es el estupendo retrato de la amistad entre Laurel y Hardy, la cual está mostrada de manera tan sutil y tan poderosa a la vez que me dejó con un nudo en la garganta en más de una ocasión. Claro, también ayuda que ambos personajes estén respectivamente interpretados por dos geniales actores como Steve Coogan y John C. Reilly, quienes son capaces de transmitir una inmensa gama de emociones tan solo con sus expresiones y cambios de mirada. En muchas otras películas, los personajes de las esposas son genéricos y olvidables, pero ese no es el caso de Stan & Ollie. Nina Arianda (como la esposa de Laurel) y Shirley Henderson (como la de Hardy) interpretan personajes ricos en matices que complementan a la perfección a los protagonistas, y ambas actrices les hacen justicia con trabajos detallados y totalmente creíbles.

Por su parte, el director Jon S. Baird conduce la experiencia con mesura y buen gusto, generando una atmósfera cálida y placentera que hace que todo fluya de manera natural y muy entretenida. La reconstrucción de época está bien lograda, pero Baird cometió la buena decisión de no excederse en ella, ya que el foco está puesto en el rico tapiz emocional, la evolución que experiementan los personajes a lo largo de la película y en dejar brillar al talentoso elenco.

En la superficie, Stan & Ollie parece una película simple, pero su grandeza consiste en dejar que su profundidad y sus múltiples capas decanten por sí solas y se integren naturalmente, lo cual la hace genuinamente perdurar en el recuerdo. A fin de cuentas, Stan & Ollie me pareció una película excepcional que logra ser entretenida, nostálgica, graciosa y emotiva apelando a las mejores armas. A decir verdad, mis expectativas antes de ver esta cinta eran neutras, y fue una muy agradable sorpresa encontrarme con una auténtica joya que lamentablemente pasó desapercibida. Como sea, espero que sea re-descubierta, ya que sería injusto que una película tan buena quede relegada a la oscuridad.

Flame y Citrón (Flammen og Citronen, 2008)

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Reseña: "Dos miembros de la Resistencia danesa se dedican a asesinar nazis durante la Segunda Guerra Mundial". Esa es la premisa de Flame y Citrón (la cual está basada en una historia real, por cierto), e inevitablemente trae recuerdos de la maravillosa Bastardos sin Gloria (Inglourious Basterds, 2009). Sin embargo, la comparación resulta injusta, porque, a fin de cuentas, se trata de dos películas bastante diferentes a pesar de tener puntos de partida similares.

El principal problema de Flame y Citrón es que tarda bastante en encontrar su ritmo. Francamente, su primera mitad me estaba aburriendo un poco, debido a su excesiva narración y su tendencia a distraerse con inútiles sub-tramas (como la vida sentimental de Citrón). Adicionalmente, la cinta me estaba pareciendo un poco anémica en esa parte, arrastrándose con poca energía y poniéndose ligeramente redundante.

Afortunadamente, las cosas mejoran bastante durante la segunda mitad, cuando la narrativa cobra mayor vigor gracias a ciertos giros que va dando la trama. Por su parte, el director Ole Christian Madsen logra que la anemia previa desaparezca, y la película vaya ganando tensión e intriga, hasta culminar en un final agridulce pero emocionalmente satisfactorio. De todas formas, creo que la película en general se hubiera beneficiado con un poco menos de solemnidad, y con un poco más de la desfachatez de, por ejemplo, Bastardos sin Gloria (perdón... había dicho que no iba a ser más comparaciones entre estas dos cintas).

Por su parte, Thure Lindhardt y Mads Mikkelsen ocupan los roles protagónicos con carisma y convicción, y tienen el sólido respaldo de un elenco secundario que brinda trabajos competentes. A fin de cuentas, creo que las virtudes terminan opacando los defectos hasta cierto punto, por lo que puedo darle una mediana recomendación a Flame y Citrón, advirtiendo que hace falta un poco de paciencia durante la primera mitad, aunque la eventual recompensa vale la pena.

Cafarnaúm (Capharnaüm, 2018)

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Reseña: Cafaranúm fue una película muy aclamada en líneas generales (entre dicha aclamación, podemos encontrar su nominación al Oscar como Mejor Película Extranjera y el Premio del Jurado que ganó en el Festival de Cannes), pero, personalmente, me encuentro rotundamente en la vereda opuesta. Cafarnaúm me pareció una cinta odiosa y repudiable, que se regodea en la pobreza y las desdichas que sufren sus personajes para entregar "porno-miseria" de la peor calaña, repleta de burdos golpes bajos y un extremo nivel de manipulación emocional.

Cafarnaúm es una película que literalmente no da respiro en su acumulación de bajezas, las cuales la directora Nadine Labaki retrata con absoluto mal gusto, ignorando todo tipo de sutileza o, aunque sea, delicadeza. Ahí es donde se nota el regodeo previamente mencionada, retratando la pobreza tercermundista (en este caso, del Líbano) en un formato "for export" para camuflarse de película "importante" y "necesaria", cuando, en realidad, se trata de un esperpento que solo logró irritarme y hasta repugnarme. Ah, y entre menos diga de ese final tan cursi y meloso, mejor.

De todas maneras, a pesar del profundo odio que Cafarnaúm despertó en mí, reconozco que el niño Zain Al Rafeea (quien es un refugiado sirio en la vida real) brinda una excelente actuación en el personaje principal, doblemente meritoria por tratarse de su debut actoral. Su trabajo es tan bueno que me dio pena verlo dentro de esta bazofia, pero bueno... definitivamente es lo único que tengo para rescatar de este despropósito. Ojalá decida continuar con su carreta como intérprete, aunque deseo que sea en mejores proyectos.

Finalmente, tengo que aclarar que esta reseña se enfoca pura y exclusivamente en la película. De ninguna manera pretendo criticar ni burlarme de la pobreza y tristes situaciones que lamentablemente viven diariamente muchas personas en países como el Líbano. Simplemente, me pareció atroz la forma en la cual Cafarnaúm retrató eso, ofreciendo un festín de golpes bajos y sentimentalismo barato que se siente hasta como una falta de respeto a las personas que realmente viven hechos similares. Si quieren ver buen cine libanés, les recomiendo la excelente El Insulto (Qadiyya Raqm 23, 2017). Por su parte, lo único que recomiendo hacer con Cafarnáum es evitarla como la plaga.