martes, 25 de diciembre de 2018

Bad Times at the El Royale (2018)

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Reseña: Bad Times at the El Royale es una película que tranquilamente podría haberse titulado "Nada es lo que Parece". El director y guionista Drew Goddard sabe crear expectativas en la audiencia sobre los personajes y los eventos retratados, para luego pisotearlas y darles giros de ciento ochenta grados. El resultado final dista de ser perfecto, pero aún así, Bad Times at the Royale ofrece una experiencia entretenida e impredecible, apoyada por varias excelentes actuaciones y la firme dirección de Goddard.

Por lo que dije en el párrafo previo, conviene no saber prácticamente nada sobre la trama de Bad Times at the Royale antes de verla. Entonces, solo me limitaré a decir que la cinta, ambientada en el año 1969, se enfoca en un grupo de personas sin ningún vínculo entre sí que se van a hospedar en el epónimo hotel El Royale (el único empleado del establecimiento que aparece es un joven recepcionista), cada uno con sus secretos, cuyas vidas se terminarán cruzando de manera imprevista y violenta. El punto fuerte de Goddard es su habilidad para cocinar "a fuego lento" las situaciones, para luego golpear al espectador con momentos impactantes. Cuando dicha habilidad mejor funciona es en el primer acto de Bad Times at the Royale, generando intriga y la deliciosa curiosidad de no saber hacia dónde se está dirigiendo la experiencia.

La duración de Bad Times at the Royale es bastante extensa (ciento cuarenta y dos minutos, incluyendo créditos), pero se siente totalmente justificada, ya que Goddard se toma su tiempo para desarrollar a los personajes y lograr que nos interesemos en ellos. Como resultado, todos se sienten humanos, en lugar de ser meros títeres del guion. También ayuda que casi todo el elenco haga un muy buen trabajo en sus respectivos roles. Como no podía ser de otra manera, Jeff Bridges es brillante en su rol de sacerdote; tan solo con sus expresiones y su mirada, podemos percibir la angustia interna de su personaje y el tormento que lleva dentro suyo. Por su parte, Jon Hamm demuestra credibilidad y enorme carisma en su papel de vendedor de aspiradoras; este actor alcanzó abundante popularidad en la serie Mad Men, la cual nunca he visto, pero su magnética presencia lo haría merecedor de ser una estrella de cine. Adicionalmente, tenemos tres intérpretes con quienes no estaba familiarizado, pero me sorprendieron agradablemente: Cynthia Erivo (una cantante con escasa experiencia actoral; para mí, era una total desconocida, pero, en esta cinta, demuestra no solo tener una voz fenomenal, sino también abundante talento histriónico), Lewis Pullman (en el rol del recepcionista del hotel -por cierto, este intérprete es hijo del también actor Bill Pullman-) y Cailee Spaeny (en un papel sobre el cual no conviene adelantar nada, por lo que solo diré que esta joven actriz sabe transmitir una amplia variedad de matices). Por el lado negativo del elenco, los eslabones débiles me parecieron Dakota Johnson y Chris Hemsworth; ambos me parecieron bastante flojos, y palidecen aún más al lado del resto del elenco.

La reconstrucción de época de Bad Times at the Royale me pareció muy bien lograda, ya que me pareció simultáneamente sutil y creíble. Adicionalmente, Goddard y su diseñador de producción Martin Whist supieron crear un universo distintivo e interesante, logrando sumergir al espectador en él y despertándole la curiosidad de ir descubriéndolo al mismo tiempo que los personajes. Ah, y no puedo dejar de mencionar la excelente banda sonora, repleta de versiones "clásicas" de canciones con "covers" muy populares.

Por el lado negativo (además de los desempeños de Johnson y Hemsworth), diré que me irritó un poco la presencia del cliché del "villano parlanchín", quien desperdicia tiempo haciendo extensos monólogos en lugar de enfocarse en su objetivo de despachar a sus potenciales víctimas. Otro aspecto negativo es que Goddard peca ocasionalmente de cierta auto-indulgencia, haciendo que algunas escenas duren más de lo necesario, ya que su punto ya había quedado claro. De todas maneras, Bad Times at the El Royale me mantuvo muy entretenido, haciendo que su larga duración se me pasara volando. En resumen, la recomiendo con confianza, además de ser una buena muestra de que aún hay lugar para la creatividad y lo poco convencional en el cine hollywoodense.

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