domingo, 9 de septiembre de 2018
My Happy Family (Chemi Bednieri Ojakhi, 2017)
Reseña: My Happy Family cuenta una historia fuertemente arraigada a su país de procedencia (Georgia), retratando a una mujer que decide dejar de vivir con su esposo, sus hijos y sus padres para instalarse sola. El problema es que la cinta no logra ahondar en qué es lo que impulsa al personaje a tomar esa decisión; la razón parece arbitraria, y ello dificulta el vínculo emocional entre la audiencia y la protagonista.
Adicionalmente, el ritmo que mantiene My Happy Family me resultó frecuentemente tedioso, con una multitud de escenas repetitivas o momentos que no aportan absolutamente nada y parecen extenderse hasta el infinito. En algún sitio, he leído que My Happy Family guarda algunas similitudes con el estilo naturalista del cine rumano, lo cual es verdadero hasta cierto punto; sin embargo, las películas rumanas suelen complementar dicho estilo con narrativas profundas y apasionantes, mientras que My Happy Family cuenta un relato que no parece tener mucho para decir, por lo que se queda sin combustible demasiado pronto.
En el rol protagónico, Ia Shuglishvili me pareció algo inexpresiva, manteniendo siempre el mismo gesto de desagrado que no contribuye a darle matices a su papel. Eso, combinado a la superficial manera en que su personaje está escrito, terminó haciendo que la protagonista me resultara algo antipática y poco entrañable. En el personaje del marido, Merab Ninidze me dejó una mejor impresión a pesar de tener menos tiempo en escena; de hecho, creo que la película hubiera sido más interesante si su narrativa hubiera girado en torno a él.
Como he dicho en otras ocasiones, generalmente encuentro interesante ver retratadas en cine culturas con las cuales uno no está muy familiarizado. Sin embargo, creo que My Happy Family tampoco tiene mucho para ofrecer en ese aspecto, ya que si difuso guión divaga demasiado y nunca termina retratando nada concreto. En conclusión, me cuesta recomendar My Happy Family, aunque reconozco que los co-directores Nana Ekvtimishvili y Simon Gross poseen talento para crear escenas naturales y realistas; sería bueno ver dicha habilidad aplicada a cintas con guiones más interesantes.
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