domingo, 8 de julio de 2018

Mandarinas (Mandariinid, 2013)

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Reseña: Mandarinas toma como punto de partida una guerra que involucró a los estados de Estonia y Georgia a principios de los '90. Sin embargo, no es necesario entrar en especificaciones del contexto histórico, ya que Mandarinas lo utiliza tan solo como punto de partida para desarrollar un emotivo, fascinante y profundamente humano relato, con personajes entrañables y tremendas actuaciones del reducido elenco.

No conviene revelar mucho sobre la trama de Mandarinas, ya que aunque no sea complicada ni contenga giros inesperados, conviene saborear paso a paso su guión tan meticulosamente construido y tan expertamente ejecutado; un buen ejemplo de esto es que algunos elementos que inicialmente parecen irrelevantes, luego cobran un rico y ocasionalmente conmovedor significado (por ejemplo, el cassette de músicaMandarinas se desarrolla con unos pocos personajes en un reducido número de locaciones, pero eso no significa que se vuelva estática ni monótona; por el contrario, el director Zaza Urushadze mantiene un buen ritmo de principio a fin, y supo dotar a la experiencia de un lenguaje cinematográfico que ahuyenta la sensación teatral que la película pudo haber generado en manos menos talentosas.

Por su parte, los actores hacen un trabajo fantástico, brindando interpretaciones tan naturales y repletas de detalles que sentimos que estamos viendo auténticos seres humanos que gradualmente van desarrollando un vínculo. Esto hace que los personajes generen automática empatía con la audiencia, logrando que uno se interese y se preocupe por su destino. También ayuda mucho que dichos actores interpreten personajes multi-dimensionales; ninguno ocupa el lugar de "héroe" ni de "villano"; son simplemente personas que se ven afectadas de diferentes maneras por un conflicto que los excede.

Mandarinas es una co-producción entre Estonia y Georgia, y es la primera película en mi vida que he visto de esas procedencias. Sin embargo, fue un excelente comienzo, además de ser una demostración de que no hacen falta grandes estrellas ni impresionantes inversiones de dinero para ofrecer una experiencia cinematográfica cautivante y memorable; simplemente, hace falta talento, y Mandarinas lo demuestra en cada aspecto. En resumen, recomendada con total confianza.

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