martes, 17 de julio de 2018

Franklyn (2008)

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Reseña: Franklyn es una experiencia original, impredecible y fascinante, que nos traslada a un universo muy particular, haciéndonos íntimos partícipes de él desde el primer fotograma hasta el último. Esta no es una cinta fácil de encasillar en un género específico, y conviene no saber absolutamente nada sobre su trama antes de verla; simplemente hay que sentarse y dejarse llevar por una película única, que sabe encontrar un armonioso balance entre estilo y sustancia.

Durante largo rato, cuesta dilucidar por dónde nos llevará la trama de Franklyn; en otras palabras, el espectador no sabe realmente qué es lo que está viendo. Eso genera la deliciosa sensación de no saber qué es lo que puede llegar a pasar, despertando constante curiosidad. En un momento, temía que esta terminara siendo una de esas películas con planteamientos fascinantes que eventualmente se estancan y no saben a dónde llegar, pero afortunadamente este no fue el caso; el director y guionista Gerald McMorrow (quien lamentablemente no volvió a realizar ninguna otra cinta hasta el momento) sabe muy bien lo que está haciendo, ofreciendo respuestas muy satisfactorias, aunque dejando un dejo de ambigüedad en algunos aspectos que enriquecen aún más el misterio del relato, hasta culminar en un final muy satisfactorio, tanto en el plano narrativo como en el emocional.

Además del impecable guión, también tenemos la alucinante dirección de McMorrow, quien no solo encuentra el tono y ritmo precisos para el relato, sino que también demuestra un excelente ojo visual para crear escenas que derrochan creatividad y placer estético, además de crear una atmósfera "dark" que no se siente afectada, sino natural e inmersiva. Y lo más importante de todo es que tal despliegue de estilo no es un fin por sí solo, sino que está utilizado como un genuino complemento de narrativo. En otras palabras, el estilo fortalece la sustancia, y viceversa.

En cuanto al elenco, tenemos excelentes actuaciones de Sam Riley (quien me sorprendió agradablemente, ya que me había dejado una mala impresión en The Dark Valley -Das Finstere Tal, 2014-; asumo que su flojo trabajo en aquella cinta no fue culpa de él, sino del pedestre material con el que tuvo que trabajar), Eva Green y Bernard Hill. Por el lado negativo (esta es la única queja que tengo contra Franklyn), Ryan Phillippe resulta tan insulso y poco creíble como de costumbre en su papel.

Lástima que McMorrow no haya podido realizar ninguna otra película hasta el momento, ya que sin duda tuvo un tremendo debut con Franklyn, revelando un talento y una visión artística realmente inusuales para un primer trabajo. En conclusión, una hipnótica película que fusiona diversos estilos y géneros en un paquete enormemente entretenido y muy satisfactorio, además de ofrecer una refrescante dosis de originalidad que funciona como antídoto contra tanta cinta genérica y convencional.

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