martes, 9 de abril de 2019
Never Look Away (Werk ohne Autor, 2018)
Reseña: Más allá de sus pros y sus contras, Never Look Away es una película indudablemente ambiciosa, que se toma más de tres horas para abarcar múltiples momentos relevantes en la historia de Alemania, mientras seguimos al personaje principal, quien es un pintor, desde su niñez hasta su adultez. Eso permite que presenciemos con lujo de detalle los momentos que moldearon su vida, así como también la gradual manera en la cual fue descubriendo su "voz" como artista. El resultado final no está exento de fallas, aunque afortunadamente, hay abundantes elementos para sostener la atención del espectador.
No obstante, no puede negarse que Never Look Away simplemente trata de abarcar demasiado. Creo que, en esta cinta, había material suficiente para tres o cuatro películas, y, al comprimir todo en una sola, algunos momentos no tienen tanto desarrollo como deberían. Adicionalmente, el carácter excesivamente episódico de Never Look Away hace que la cinta se sienta en más de una ocasión como una mera sucesión de momentos, en lugar de cristalizarse en una narrativa genuinamente unificada. Finalmente, ya que me estoy quejando, también diré que algunos puntos del guion se sienten demasiado forzados, lo cual resta un poco de credibilidad al relato en líneas generales.
A pesar de todas esas quejas, hay mucho para apreciar en Never Look Away. Como dije anteriormente, la cinta dura más de tres horas, lo cual seguramente ahuyentará a muchos espectadores. Sin embargo, en mi caso personal, esa extensa duración se me pasó realmente rápido gracias a la variedad de temas provocativos que aborda el guion y la fluida y precisa dirección de Florian Henckel von Donnersmarck (quien obtuvo merecido reconocimiento con su estupenda película La Vida de los Otros -Das Leben der Anderen, 2006-, aunque luego tuvo un notorio tropiezo en su incursión hollywoodense con El Turista -The Tourist, 2010-, la cual no he visto), por lo cual la película me mantuvo interesado de principio a fin sin el más mínimo esbozo de aburrimiento.
Las actuaciones de Never Look Away son muy buenas, empezando por Tom Schilling como el protagonista en su etapa adulta, quien brinda la credibilidad y el carisma necesarios para establecer empatía con el espectador. El resto del elenco también cumple decorosamente su labor, aunque particularmente quiero destacar el trabajo de Sebastian Koch, quien encarna a un personaje despreciable en muchos aspectos, aunque Koch no olvidó brindarle una dosis de humanidad que lo convierte en una figura compleja.
Por su parte, los aspectos técnicos de Never Look Away son impresionantes. Desde el diseño de producción que nos transporta perfectamente a los diversos períodos históricos que la película retrata hasta la excelente cinematografía de Caleb Deschanel, quien brinda un estilo visual muy atractivo a las escenas pero sin por ello dejar que resalte por sí mismo, Never Look Away luce una producción muy cuidada que resulta esencial para generar una atmósfera específica y hacer al espectador íntimo partícipe de la experiencia.
En conclusión, los atributos de Never Look Away superan sus tropiezos, y eso es razón suficiente para recomendar esta cinta con confianza. Además, von Donnersmarck merece crédito por haberse arriesgado con un proyecto tan épico y grandilocuente como este y haber salido bien parado en líneas generales, aunque quizás tendría que haber moderado un poco su ambición. Por el otro lado, habiendo tantas películas genéricas que no asumen ningún riesgo, es refrescante encontrar una película a gran escala y desbordante de pasión como esta, por lo que, tan solo por eso, merece respeto; y si bien eso no significa que esté exenta de problemas, los mismos se deben a su gran ambición. En pocas palabras, una experiencia imperfecta, pero interesante y merecedora de apoyo.
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