sábado, 4 de mayo de 2019

Lourdes (2009)

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Reseña: Las películas que tocan el tema de la devoción religiosa (algunos ejemplos: Kadosh -1999-, Secret Sunshine -Milyang, 2007- o Stations of the Cross -Kreuzweg, 2014-) suelen abordarlo de manera crítica, mostrando cómo ese extremismo puede ser innecesario o hasta dañino. En ese sentido, Lourdes no toma una postura tan marcada, prefiriendo que cada espectador interprete lo que se retrata en pantalla según su punto de vista. Es una buena intención, aunque quizás la cinta resultó demasiado abierta a la interpretación.

Pero me estoy adelantando. Lourdes gira en torno a una mujer postrada en una silla de ruedas que padece de esclerosis múltiple, y realiza la famosa peregrinación a la epónima ciudad. Sin embargo, la mujer parece súbitamente haberse curado por completo de su enfermedad. ¿Genuinamente se tratará de un milagro? Esa sinopsis puede sugerir que la película incursiona en el terreno fantástico, pero no es así. La directora Jessica Hausner le brinda a la cinta un tono despojado y clínico, manteniendo la película anclada a la realidad y evitando todo tipo de sentimentalismo o momentos pre-fabricados. Sin embargo, creo que Lourdes termina resultando demasiado fría, y eso impide una íntima compenetración con lo que sucede en pantalla.

Adicionalmente, exacerbando ello, los personajes se sienten pobremente definidos, empezando por la protagonista. Cuesta creer empatía con ella porque termina siendo una especie de enigma, de quien no conocemos nada de su historia previa ni de su personalidad. A fin de cuenta, lo que sabemos de ella termina siendo meramente superficial: es una mujer que padece una grave enfermedad, y punto. Por su parte, los personajes secundarios resultan prácticamente intercambiables por lo genéricos que resultan.

A pesar de tantas quejas, no me arrepiento de haber visto Lourdes, principalmente porque Hausner sabe mantener una atmósfera misteriosa y sugerente que logra despertar curiosidad de principio a fin (aunque el ritmo empleado resulte un poco más moroso de lo necesario en más de una ocasión; particularmente, creo que las escenas de misa podrían haberse acortado). También aprecio una cinta realizada con la suficiente confianza en el espectador para no darle las cosas pre-digeridas e invitarlo a pensar y sacar conclusiones; pero, por el otro lado, Lourdes nunca parece definir con precisión su punto, por lo que su ambiguo final termina dejando con ganas de más. Al menos, creo que se nos podrían haber dejado mejores herramientas para permitirnos sacar nuestras propias deducciones.

Como sea, Lourdes es una película que logró mantenerme intrigado con su atmósfera y las implicancias contenidas en su guion. Creo que podría haber llegado más lejos definiendo mejor el enfoque del guion, ya que la cinta se tambalea ocasionalmente por no saber bien en dónde hacer pie. Aún así, merece una mediana recomendación para cinéfilos que no teman aventurarse en terrenos poco accesibles, aunque con algunas recompensas para quienes encaren la experiencia con la predisposición adecuada.

The Children Act (2017)

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Reseña: No sé si falló algo en la adaptación de la novela de Ian McEwan en la cual esta cinta está basada, pero The Children Act no logra ser muy satisfactoria principalmente por su falta de foco. La cinta va de aquí para allá sin nunca encontrar un eje, divagando con demasiada frecuencia y nunca meterse realmente a fondo en nada concreto. Quizás la novela se tomaba mayor tiempo para desarrollar todas esas vertientes, y la película tuvo que apresurarse y comprimir demasiadas cosas para llenar una duración inferior a las dos horas.

Eso no significa que The Children Act esté exenta de virtudes. A grandes rasgos, la película trata sobre una jueza que debe decidir en un caso sobre un joven de diecisiete años que se niega (junto a sus padres) a recibir una transfusión de sangre que podría salvarle la vida por ser, tanto él como su familia, Testigo de Jehová. Indudablemente es una premisa provocativa, y cuando la cinta mejor funciona es cuando vemos el juicio, en donde se tocan temas provocativos y complejos. Lamentablemente, también tenemos los insípidos segmentos dedicados a la difícil situación matrimonial de la jueza, momentos inverosímiles y difíciles de tragar y vertientes narrativas sobre las cuales no conviene adelantar nada, aunque hacen que el foco de la cinta se torne cada vez más difuso y disperso.

Emma Thompson y Fionn Whitehead brindan excelentes actuaciones como la jueza y el joven que se niega a realizarse la transfusión (respectivamente), brindándo a sus personajes el peso y la profundidad que el guion es incapaz de generar. Lamentablemente, el gran Stanley Tucci me pareció bastante desperdiciado como el esposo de la magistrada. Finalmente, mención especial para el actor Jason Watkins; su personaje como secretario del juzgado parece irrelevante, pero Watkins logra llenarlo de detalles y expresiones que realmente logran elevarlo, y esa es la marca que suelen dejar los mejores actores de carácter.

A fin de cuentas, The Children Act termina dejando sabor a poco en líneas generales, lo cual es frustrante, porque tenía elementos a su favor que merecían el apoyo de un guion mucho mejor. Si quieren ver un drama con tintes legales de años recientes, creo que la cinta El Insulto (Qadiyya Raqm 23, 2017) es una opción muy superior, ya que logró ofrecer una narrativa apasionante con el foco y la precisión que le faltaton a The Children Act.

If I Want to Whistle, I Whistle (Eu Cand Vreau sa Fluier, Fluier, 2010)

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Reseña: El cine rumano nos ha dado muchas excelentes películas a lo largo de los últimos quince años, aunque lamento decir que If I Want to Whistle, I Whistle está entre lo más flojo que he visto de esa nacionalidad. Eso no quiere decir que carezca de virtudes, pero el guion tiene dificultades para sostenerse porque sus cimientos narrativos no son lo suficientemente sólidos. Eso hace que la experiencia se sienta tambaleante y, consecuentemente, poco satisfactoria.

La trama de If I Want to Whistle, I Whistle (uf... qué título tan largo, y encima ni sé de qué manera tiene relación con lo que sucede en la cinta) gira en torno a Silviu, un joven que se encuentra a pocos días de ser liberado de una penitenciaría juvenil que recibe la visita de su hermano menor, quien le informa que, en pocos días, su madre se lo quiere llevar a vivir a Italia. Silviu quiere evitar eso a toda costa, por lo que termina recurriendo a una medida desesperada. Pero, ¿por qué quiere evitarlo? Buena pregunta. Realmente, no parece haber razón suficientemente lógica para que se desencadene todo lo que Silviu termina realizando, por lo cual la narrativa se siente arbitraria, y no podemos compenetrarnos con el personaje central, ya que no se brinda la información suficiente para que tenga sentido lo que eventualmente realiza.

De todas maneras, If I Want to Whistle, I Whistle funciona medianamente durante su primera mitad, no por el flojo guion, sino por el naturalismo característico de cine rumano, sumergiéndonos inmediatamente en la atmósfera del reformatorio de manera creíble y libre de artificios. Pero cuando llegamos a la segunda mitad, la cinta toma un rumbo más afín a un thriller en donde nada funciona, ya que la experiencia se empantana mostrando una y otra vez lo mismo hasta culminar en un final predecible plasmado con indiferencia y sin la más mínima emoción.

If I Want to Whistle, I Whistle también muestra síntomas del consabido "Síndrome de Cortometraje Estirado" que tantas veces he mencionado... pero, en esta ocasión, siento que tampoco hubiera sido muy buena en formato corto, ya que el guion no tiene consistencia desde el vamos; en otras palabras, ya es fallido desde su premisa básico. En pocas palabras, no puedo recomendar If I Want to Whistle, I Whistle, y resulta doblemente decepcionante contemplando los elevados estándares de calidad a los cuales el cine rumano nos tiene habituados.

Felicidad (Happiness, 1998)

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Reseña: Felicidad es definitivamente un plato fuerte. Es una cinta que incomoda y que no tema incursionar en temas tabúes, como, por ejemplo, la pedofilia. Eso definitivamente alejará a muchos espectadores, y hará que esta les parezca una cinta en exceso desagradable. No fue mi caso; a mí me pareció una experiencia fascinante, que busca y consigue obtener reacciones extremas. Como sea, resulta una cinta simultáneamente repelente, cálida y hasta graciosa, aunque en el nivel más negro y retorcido que puedan imaginarse.

Felicidad gira en torno a tres hermanas: Joy, Trish y Helen. Trish es quien parece tener la vida más estable, aunque no sabe que su marido es un pedófilo que abusa sexualmente de amigos de su hijo. Helen es una escritora que encontró mediano éxito escribiendo sobre temas extremos que jamás vivió, como, por ejemplo, la violación. Por su parte, Joy es la menos exitosa, tanto en su vida personal como amorosa. Como en toda película coral, también conocemos otros personajes vinculados a las hermanas, como los padres de ella (esta sub-trama no aporta mucho contenido sustancioso y podría haberse omitido) y un vecino de Helen de nombre Allen quien gusta realizar llamados obscenos a mujeres.

Lo que mejor funciona en Felicidad es la sub-trama del pedófilo, un personaje indudablemente repulsivo y reprobable... aunque no carente de humanidad. Gracias al multi-dimensional guion y la brillante interpretación de Dylan Baker, ese personaje genera una dualidad en el espectador, ya que, por un lado, es natural odiarlo, pero, por el otro, es un ser humano pintado con matices que lo hacen sentir consciente y culpable del monstruo que es. Definitivamente, este es el elemento más contundente y memorable de la película.

Mientras tanto, el personaje de Allen (magníficamente interpretado por el tristemente fallecido Philip Seymour Hoffman) empieza siendo retratado como una persona bastante desagradable, aunque su sub-trama se va tornando gradualmente más cálida y hasta emotiva. Helen también es un personaje interesante, aunque quizás se le podría haber dedicado mayor tiempo en pantalla (esa puede ser la razón por la cual Lara Flynn Boyle no logra destacar en ese rol). Finalmente, Joy (en donde encontramos a la menospreciada actriz Jane Adams brindando una excelente actuación) es un personaje querible a quien realmente nos gustaría ver triunfar más en la vida; ella se encarga de abrir la película en una brillante escena donde se establece perfectamente la misantropía y negro sentido del humor que nos aguarda durante todo el resto de la experiencia.

Al igual que ocurrió en Storytelling (2001), su película inmediatamente posterior a esta, el director y guionista Todd Solondz demuestra que sabe incomodar como pocos cineastas, aunque lo suyo no es una incomodidad gratuita, ya que sus guiones están repletos de profundidad y personajes tan complejos a quienes resulta imposible de reducir a una fácil etiqueta. En resumen, Felicidad me pareció una película deliciosamente retorcida que no dejará indiferente nadie. Más allá de apreciaciones personales de cada espectador, eso no es poca cosa.

Avengers: Endgame (2019)

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Reseña: Ya lo he dicho en muchas oportunidades, pero tendré que repetirlo una vez más: las películas de Marvel no me atraen (con la honrosa excepción de Guardianes de la Galaxia -Guardians of the Galaxy, 2014-). Sin embargo, fui a ver Avengers: Endgame más por obligación interna que por otra cosa, ya que pareciera que, si uno no la ve, se queda afuera del mundo (además, tengo que admitir que su antecesora, Avengers: Infinity War -2018- fue una de las que más toleré dentro de este Universo). Sin embargo, debo decir que, contrario a lo que tanta gente piensa de esta cinta, Avengers: Endgame me pareció una experiencia mediocre y desechable, y creo que los irracionales elogios que está recibiendo (al momento de escribir esto, aparece como la décima mejor película de la historia en IMDb, por rídiculo que suene) representan un triste reflejo del estado de las cosas: en este caso particular, el marketing le ganó al cine.

Avengers: Endgame se siente como una película totalmente impersonal y desinteresada. Se nota que fue concebida por un comité de ejecutivos, y que no hay una visión artística detrás de cámaras. Todo se siente demasiado calculado; no hay el más mínimo lugar para nada espontáneo en esta cinta. Por ello, creo que sería más adecuado considerar Avengers: Endgame como un producto que como una película, realizado por productores y sin el más mínimo interés en ofrecer una narrativa sólida y congruente.

Sé que estoy en la minoría absoluta con lo que estoy diciendo sobre Avengers: Endgame, pero realmente solo sentí indiferencia a lo largo de sus tres innecesarias horas (de las cuales mínimamente se podría extirpar una), por no mencionar la ocasional irritación que sentí con sus forzados chistes (sobre todo los que venían de parte de Thor y Spider-Man), además de ofrecer escenas de acción que no ofrecen nada de emoción, sino hueco bullicio (en este caso, la analogía "mucho ruido y pocas nueces" encaja a la perfección).

Mientras veía Avengers: Endgame, contemplaba todos los excelentes actores que se ven tan desperdiciados en una fruslería como esta, y que merecen material mucho más sustancioso que esta ínsipida confección de Marvel. Por su parte, los efectos especiales están bien realizados, pero en una cinta realizada a esta escala y con tantos millones de dólares, eso ya no debería considerarse un halago. Busco mucho más que buenos efectos especiales cuando me enfrento a una cinta realizada con tanta parafernalia.

Evidentetemente, me siento bastante solo con esta apreciación. A fin de cuentas, Avengers: Endgame va encaminada a convertirse en una de las películas más taquilleras de la historia, así que seguramente el equivocado sea yo. Pero, en lo que mí respecta, a mí me gusta el cine realizado con pasión y sensibilidad artística, y no los productos realizados anónima e ínsipidamente que solo apuntan a recaudar dinero. En este sentido, no puedo evitar remontarme nuevamente a la previamente mencionada Guardianes de la Galaxia, la cual demostró que se puede ser "buen cine" y "cine masivo" de manera simultánea.

Shelley (2016)

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Reseña: A diferencia de muchas películas de terror, Shelley muestra esmero y dedicación en construir situaciones dramáticas fuertes e interesantes para sus personajes. La trama de Shelley gira en torno a Elena, una mujer rumana que dejó a su hijo en su país natal a cargo de sus padres para encontrar posibilidades de trabajo en Dinamarca que le den suficiente sustento económico para regresar y mantener su pequeña familia. Entonces, Elena empieza a trabajar como empleada doméstica para un matrimonio que no puede tener hijos, por lo que le proponen a ella gestar un niño en su vientre a cambio de dinero. Sin embargo, el embarazo no termina saliendo de la manera esperada...

Como se puede percibir con esa sinopsis, Shelley nos presenta personajes atravesando difíciles situaciones personales, lo cual establece fácilmente un lazo de empatía con la audiencia. Una vez establecido ese sólido drama, la cinta empieza a incursionar en el terror propiamente dicho, aunque lo hace de manera sutil y gradual. A diferencia de otras películas de este género, que buscan el "shock" barato y constante, el director Ali Abbasi (quien obtuvo mayor notoriedad con su siguiente película Border -Gräns, 2018-, la cual me pareció original, aunque no totalmente satisfactoria) construye una atmósfera de inquietud de manera precisa y elegante, contagiándonos del temor y desconcierto que los personajes van experimentando.

Además, Cosmina Stratan brinda una extraordinaria actuación como Elena, brindando absoluta convicción y enfrentando naturalmente escenas cada vez más difíciles, además de poseer una fuerte presencia que la hace hipnótica cada vez que aparece en escena. Por su parte, Ellen Dorrit Petersen y Peter Christoffersen también tienen sólidos desempeños como el matrimonio, aunque no pueden evitar verse un poco opacados por Stratan

Por el lado negativo, Shelley se desinfla un poco en su tercer acto, cuando deja de lado la sugestión que tan bien estaba trabajando anteriormente para tornarse más literal y hasta convencional. Aún así, Shelley nunca deja de mantener el interés, principalmente porque el guion logra que nos interesemos por los personajes (lo cual se ve auxiliado por el trabajo de los actores) y porque Abassi sabe conducir la experiencia de manera firme y descartando los lugares comunes en los que caen realizadores menos hábiles cuando incursionan en el terror. Por ello, creo que merece una recomendación a pesar de ciertos ajustes que se podrían haber realizado en el tercer acto.

viernes, 3 de mayo de 2019

Goodbye, Dragon Inn (Bu San, 2003)

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Reseña: El director Tsai Ming-liang llamó mi atención con la película The Hole (Dong, 1998), en donde demostró una inusual habilidad para navegar naturalmente entre dos estilos diametralmente opuestos: la cinta tenía una atmósfera melancólica y angustiante de soledad que se veía ocasional y súbitamente interrumpida por números musicales alegres y optimistas. Lo que hacía atractiva a la película era justamente ese contraste de momentos tan diferentes para hacerlos confluir de manera orgánica y natural, dando como resultado una experiencia única.

En Goodbye, Dragon Inn, Tsai ofrece una apuesta aún más radical que la de The Hole. En esta cinta, que transcurre en un breve lapso de tiempo durante la noche en la cual un antiguo cine está a punto de cerrar para siempre, se prescinde de prácticamente todos los elementos que suelen identificar el arte cinematográfico: los diálogos son prácticamente inexistentes (más allá de los que se pronuncian en la película proyectada en el cine, no debe haber más de cinco líneas de diálogo en total, si la memoria no me falla); no hay una trama propiamente dicha; y no conocemos casi nada de los personajes ni de su vida previa.

Definitivamente, Goodbye, Dragon Inn no será una película para todos los gustos, pero, en mi caso personal, no puedo negar que hubo algo que me atrapó de principio. Ese cine antiguo me pareció un escenario hipnóticamente misterioso; hay algo que lo hace sentir como un lugar lleno de secretos, y eso se palpa gracias a la atmósfera que Tsai logra conjurar desde el primer fotograma. Como mencioné anteriormente, los personajes son también enigmáticos, y se genera curiosidad de saber más sobre ellos gracias a indicios sutiles que la cinta nos va arrojando poco a poco.

Por otra parte, Goodbye, Dragon Inn termina siendo una película imposible de recomendar abiertamente, y es indudable que los espectadores acostumbrados a un cine más convencional se desesperarán rápidamente con el pausado ritmo y las extensas escenas en las cuales no parece pasar nada. Digo "parece" porque quien esté dispuesto a escarbar descubrirá que hay niveles interesantes y hasta inquietantes por debajo, y ahí es donde se demuestra lo bien que Goodbye, Dragon Inn sabe trabajar con lo implícito y cómo despertar la imaginación del espectador en base a ello.

Habiendo visto tan solo dos películas de Tsai, me queda claro de que es un cineasta muy personal quien no parece tener el más mínimo interés en realizar productos comercialmente viables ni en realizar un cine para las grandes masas. No obstante, admiro la audacia y visión de estas dos películas, las cuales lograron interpelarme de maneras extrañas e inesperadas. Por ello, seguiré indagando en la carrera de este talentoso cineasta.