sábado, 4 de mayo de 2019

Shelley (2016)

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Reseña: A diferencia de muchas películas de terror, Shelley muestra esmero y dedicación en construir situaciones dramáticas fuertes e interesantes para sus personajes. La trama de Shelley gira en torno a Elena, una mujer rumana que dejó a su hijo en su país natal a cargo de sus padres para encontrar posibilidades de trabajo en Dinamarca que le den suficiente sustento económico para regresar y mantener su pequeña familia. Entonces, Elena empieza a trabajar como empleada doméstica para un matrimonio que no puede tener hijos, por lo que le proponen a ella gestar un niño en su vientre a cambio de dinero. Sin embargo, el embarazo no termina saliendo de la manera esperada...

Como se puede percibir con esa sinopsis, Shelley nos presenta personajes atravesando difíciles situaciones personales, lo cual establece fácilmente un lazo de empatía con la audiencia. Una vez establecido ese sólido drama, la cinta empieza a incursionar en el terror propiamente dicho, aunque lo hace de manera sutil y gradual. A diferencia de otras películas de este género, que buscan el "shock" barato y constante, el director Ali Abbasi (quien obtuvo mayor notoriedad con su siguiente película Border -Gräns, 2018-, la cual me pareció original, aunque no totalmente satisfactoria) construye una atmósfera de inquietud de manera precisa y elegante, contagiándonos del temor y desconcierto que los personajes van experimentando.

Además, Cosmina Stratan brinda una extraordinaria actuación como Elena, brindando absoluta convicción y enfrentando naturalmente escenas cada vez más difíciles, además de poseer una fuerte presencia que la hace hipnótica cada vez que aparece en escena. Por su parte, Ellen Dorrit Petersen y Peter Christoffersen también tienen sólidos desempeños como el matrimonio, aunque no pueden evitar verse un poco opacados por Stratan

Por el lado negativo, Shelley se desinfla un poco en su tercer acto, cuando deja de lado la sugestión que tan bien estaba trabajando anteriormente para tornarse más literal y hasta convencional. Aún así, Shelley nunca deja de mantener el interés, principalmente porque el guion logra que nos interesemos por los personajes (lo cual se ve auxiliado por el trabajo de los actores) y porque Abassi sabe conducir la experiencia de manera firme y descartando los lugares comunes en los que caen realizadores menos hábiles cuando incursionan en el terror. Por ello, creo que merece una recomendación a pesar de ciertos ajustes que se podrían haber realizado en el tercer acto.

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