lunes, 2 de abril de 2018

Ratas, Ratones, Rateros (1999)

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Reseña: Enfocándose en la vida de dos jóvenes marginales y delincuentes en Ecuador, Ratas, Ratones, Rateros es una película cuyo principal atributo es el realismo semi-documental que logra el director Sebastián Cordero, logrando impregnar cada cuadro de una crudeza muy palpable. En consecuencia, el espectador termina sintiéndose parte de ese sub-mundo de pobreza y desesperación. Por lo demás, la cinta me pareció sólidamente escrita y muy bien actuada, aunque no exenta de algunas fallas.

Los personajes principales de Ratas, Ratones, Rateros (Salvador y Ángel) logran empatía instantánea con la audiencia. A pesar de tratarse de dos delincuentes (aunque Ángel es más peligroso que Salvador), ambos están retratados con humanidad y con matices, lo cual los hace seres humanos complejos a pesar de las cosas malas que hacen. En este punto, también ayudan las excelentes actuaciones de Marco Bustos y Carlos Valencia como Salvador y Ángel (respectivamente), quienes encajan en sus roles de manera tan natural que hacen que sus personajes sean sumamente creíbles.

Por el lado negativo, creo que algunos momentos de la parte media de Ratas, Ratones, Rateros podrían haberse acortado un poco, mientras que el final me pareció algo abrupto. Personalmente, creo que hubiera venido mejor una conclusión más redonda, en lugar de concluir la experiencia de manera repentina. Sin embargo, no son quejas fatales, y no me impidieron apreciar las abundantes virtudes de esta película.

En conclusión, Ratas, Ratones, Rateros es una película interesante y profunda por debajo de su aparente sencillez (particularmente, en lo que respecta a su retrato de la interacción entre las clases bajas y la gente más "acomodada"), además de ser una buena muestra de cine realizado con poco dinero, pero con innegable talento, haciendo sabio uso de sus escasos recursos para sacarles el máximo provecho. Resumiendo, un sólido exponente de cine latinoamericano, y una recomendable experiencia por derecho propio.

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