miércoles, 29 de mayo de 2019

Ojos Bien Cerrados (Eyes Wide Shut, 1999)

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Reseña: No sé porqué tardé tanto en ver Ojos Bien Cerrados, la película póstuma del legendario director Stanley Kubrick, pero bueno... como reza el dicho, "mejor tarde que nunca". Como sea, lo importante es que finalmente vi esta obra maestra, la cual es una virtuosa muestra de arte cinematográfico realizada por un auténtico genio detrás de cámaras que sabe sacar el máximo provecho del lenguaje visual para brindar una experiencia embriagante, hipnótica e inolvidable.

Películas como Ojos Bien Cerrados son una buena muestra de la razón por la cual no me gusta escribir sinopsis de las películas. Principalmente, me opongo a ello porque una buena cinta es mucho más que una simple sinopsis; es una experiencia cinematográfica antes que cualquier otra cosa, y una película como esta lo confirma con creces. Desde el primer segundo, Kubrick logra captar la atención del espectador, empleando un ritmo perfecto, el cual se toma su tiempo para introducirnos al fascinante universo de la película, pero, simultáneamente, manteniéndolo lo suficientemente dinámico para evitar que la experiencia se torne monótona. De esa manera, la película nunca se estanca, pero tampoco se apresura. Simplemente encuentra la cadencia perfecta para envolver gradualmente a la audiencia.

Tampoco conviene adelantar nada sobre la trama de Ojos Bien Cerrados porque va llevando al espectador por terrenos cada vez más extraños y sugerentes, que llenan a la cinta de una variedad tan grande de simbologías e interpretaciones que, cuando la cinta termina, uno queda con ganas inmediatas de verla de nuevo. Hay tanto material para digerir y para analizar desde diversos puntos de vista que un solo encuentro no es suficiente para una película tan rica, compleja y alucinante como esta. Además de todo, Ojos Bien Cerrados nos permite atisbar todas las cosas que se esconden por debajo de una sociedad aparentemente "normal" y rutinaria, introduciéndonos a un universo diferente... y potencialmente muy peligroso. Mejor no revelar más en ese aspecto...

Adicionalmente, Ojos Bien Cerrados se ve beneficiada por la presencia de un actor tan carismático como Tom Cruise en el rol protagónico, quien carga con la cinta entera sobre sus hombros con su gran presencia y sólida credibilidad emocional. Nicole Kidman tiene menos tiempo en escena del que creía que iba a tener, pero su personaje es esencial, y ella le hace justicia con un excelente desempeño. El resto del elenco es igualmente perfecto; todos los intérpretes hace un trabajo tan bueno y sus roles están tan bien escritos que todos dejan su huella en la película, incluso quienes aparecen poco.

En conclusión, Ojos Bien Cerrados es una gran película, que ofrece un alucinante viaje para el espectador a lo largo de un poco más de dos horas y media que se pasan literalmente volando. Aunque me haya acercado a ella veinte años tarde, me alegro mucho de haberlo hecho, porque me terminé encontrando con una de mis películas favoritas, realizada con una elegancia, una inteligencia y una profundidad realmente infrecuentes. Kubrick se despidió a lo grande con esta cinta, cerrando su filmografía con un auténtico broche de oro.

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