viernes, 25 de mayo de 2018
Historias Mínimas (2002)
Reseña: Haciendo honor a su título, Historias Mínimas se enfoca en tres personajes que viajan por la Patagonia con objetivos sencillos y "chicos": por un lado, un anciano quiere recuperar a su perro; un comerciante venido a menos quiere llevar una torta de cumpleaños al hijo de una cliente suya; y una joven de bajos recursos va a participar a un programa de televisión de una cadena zonal. Básicamente, eso es todo; esta no es una película con grandes conflictos ni (mucho menos) revelaciones sorpresivas. Sin embargo, lo que realmente enriquece la experiencia es el buen ojo que posee el director Carlos Sorín para los detalles y las pequeñas cosas que revelan mucho sobre los personajes y sus historias de vida.
El elenco de Historias Mínimas está mayormente compuesto por actores no profesionales, lo cual explica la rigidez que muchos de ellos manifiestan (como Javiera Bravo, quien interpreta a la joven que viaja al programa de televisión). Por otro lado, Javier Lombardo (uno de los pocos actores profesionales del reparto, en el rol del comerciante) y Antonio Benedicti (encarnando al anciano) brindan trabajos excelentes, plagados de matices y expresividad. Pero, más allá de la calidad interpretativa del elenco, el guión logró crear personajes entrañables que se sienten como auténticos seres humanos, por lo que generan empatía de manera inmediata.
La dirección de Sorín mantiene un ritmo relajado, pero no por ello aburrido, y dejando que la experiencia logre generar su propio ritmo de manera natural y deliberada. Además, me gustó mucho la manera en la que están capturados los vastos escenarios patagónicos, los cuales terminan sintiéndose prácticamente como un personaje más.
En conclusión, Historias Mínimas logra ser agridulce, pero no empalagosa; emotiva, pero no sentimentaloide; y hasta ocasionalmente graciosa. Resumiendo, una experiencia recomendable, que logra tocar muchos temas bajo una superficie engañosamente simple, y que logra ser profunda manteniéndose entretenida y sin nunca caer en la solemnidad. Una película que funciona como muestra cabal de que, muchas veces, "menos es más".
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