domingo, 18 de marzo de 2018

Detroit (2017)

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Reseña: Al principio, me estaba costando sumergirme en Detroit, ya que me parecía que todo estaba retratado de manera caótica y carente de foco, pero eventualmente, me fui dando cuenta que eso era parte integral del estilo de la película. Ambientada durante los disturbios que ocurrieron entre las personas de color y los policías en Detroit en el año 1967, el guionista Mark Boal y la aclamada directora Kathryn Bigelow primero se ocupan de ubicarnos en tiempo y espacio, contagiándonos de la confusión y tumulto que se experimentaba en aquella época durante esos eventos. Luego, el foco empieza a dividirse en varios personajes aparentemente sin conexión entre sí, aunque todos ellos terminaran eventualmente confluyendo en un fatídico y trágico suceso que ocurrió en el motel Algiers. El resultado es una buena película, con buenos momentos de angustia, tensión y desesperación, además de estar adornada con la experta dirección de Bigelow y excelentes actuaciones del elenco entero. Sin embargo, aún con todo eso a favor, debo decir que la experiencia completa no me dejó completamente satisfecho.

Creo que la razón de eso quizás se deba que, incluso con una duración de 143 minutos, el ritmo de Detroit se siente algo apresurado. El guión cubre tantos personajes y tantas situaciones que no pude evitar pensar que Detroit quizás hubiera funcionado mejor en formato de mini-serie. La consecuencia de tanta compresión es que muchas cosas son examinadas muy por arriba, mientras que los personajes se sienten un poco superficiales.

Sin embargo, no se puede negar que hay muchos elementos positivos en Detroit que hacen que valga la pena invertir tiempo en ella. La reconstrucción de época es perfecta, y nunca resalta por sí misma; por el contrario, logra ser simultáneamente sutil y efectiva. La dirección de Bigelow imprime tensión y agobio a cada cuadro de la película, y cuando llegamos al previamente mencionado motel, es admirable la claustrofobia y agobio que logra con su elocuente ojo para la puesta en escena. Por último, las actuaciones son brillantes, destacando a Will Poulter, a quien ya había visto en otras películas aunque nunca me había particularmente impresionado; sin embargo, su trabajo en Detroit lo perfila como un gran actor de carácter.

Con tantas virtudes a su favor, me resulta llamativo que mi reacción hacia Detroit no sea más entusiasta. Pero, como dije previamente, el guión trata de comprimir tantas cosas en una sola película que impide la inmersión total en ella y afecta el impacto general de la experiencia. No obstante, como dije previamente, creo que Detroit amerita una moderada recomendación de todas maneras, principalmente por abordar el tema del racismo de manera directa y sin el sentimentalismo barato de, por ejemplo, 12 Años de Esclavitud (12 Years a Slave, 2013) o Historias Cruzadas (The Help, 2011); por el contrario, Bigelow y Boal dejan que los hechos hablen por sí solos, en lugar de edulcorarlos o manipular las emociones de la audiencia.

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