miércoles, 15 de mayo de 2019
Atanarjuat: The Fast Runner (2001)
Reseña: Independientemente de las virtudes intrínsecas que puedan tener, siempre me resulta atractivo cuando el cine me permite tener un pantallazo hacia culturas diametralmente opuestas a las propias, permitiéndonos conocer otras costumbres y hasta otros "mundos". Entre esas películas, puedo mencionar a Moolaadé (2004), Sud Pralad (2004), Tulpan (2008) y la cinta que nos concierne en esta reseña: Atanarjuat: The Fast Runner, la cual retrata a la tribu de los inuit que habita en el norte de Canadá (por cierto, esta fue la primera cinta en la historia en estar hablada en el idioma de dicha tribu).
En el caso particular de Atanarjuat: The Fast Runner, su aspecto más interesante es el previamente mencionado componente cultural. Por lo demás, su trama es bastante trillada, ya que básicamente puede sintetizarse en dos hombres que se pelean por el amor de una mujer. No obstante, creo que el principal defecto de Atanarjuat: The Fast Runner es extenderse bastante más de lo necesario. Con una duración de ciento sesenta y siete minutos, hay varios momentos que no aportan nada sustancioso a la experiencia y terminan cansando un poco (sobre todo en la parte media). Creo que tranquilamente se podría haber extirpado media hora, y, de esa manera, hubiéramos tenido una cinta más compacta y concentrada en lo genuinamente relevante.
Aún con esos defectos, no me arrepiento de haber visto Atanrjuat: The Fast Runner, y debo decir que fueron más los momentos en los cuales estuve entretenido que los que me aburrieron un poco, lo cual es loable tratándose de una película tan larga. Además, la cinematografía es impresionante, sacando máximo provecho de las vastas locaciones heladas, y las actuaciones me parecieron perfectas, destacando la de Natar Ungalaaq como el epónimo Atanarjuat.
A pesar de su escasa originalidad y de los ajustes que se tendrían que haber hecho a su edición, Atanrjuat: The Fast Runner me pareció una película atendible, además de que no puede negarse su valor por haberme abierto los ojos a una cultura tan diferente a la propia, pero, al mismo tiempo, similar por estar fundamentada en típicas emociones y valores familiares. Personalmente, eso bastó para hacerla una experiencia única a pesar de sus fallas.
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