martes, 17 de julio de 2018
Limbo (1999)
Reseña: Limbo es una película extraña y desconcertante. No sé entiende bien qué es lo que el director y guionista John Sayles quiso hacer; me cuesta determinar si pecó de excesiva ambición, o si tenía dos películas completamente diferentes en su mente, por lo que su fusión en una sola se siente forzada. Durante su primera mitad, Limbo retrata la vida diaria de un grupo de personas en un pueblo de Alaska, enfocándose en un hombre que se enamora de una cantante que tiene una hija problemática. Durante la segunda mitad... prefiero no adelantar mucho qué sucede, por lo que solo diré que Limbo súbitamente se transforma en una cinta de aventuras con ribetes filosóficos que no tiene casi nada que ver con lo que habíamos visto anteriormente.
La primera mitad de Limbo me pareció bien escrita, tomándose su tiempo para desarrollar a los personajes y permitir que los percibamos como auténticos seres humanos con toda una historia de vida encima suyo. Con eso, hubiera habido suficiente material interesante para sustentar una película entera, pero luego llega el brusco giro que olvida por completo todo lo que se había construido anteriormente para prácticamente empezar de cero con un relato que no tiene nada que ver con lo otro. Como dije en el párrafo previo, se podrían haber hecho dos películas diferentes y sólidas por sí mismas; pero al estar fusionadas a los golpes, el resultado termina siendo más frustrante que satisfactorio.
En cuanto a las actuaciones, tengo opiniones encontradas. David Strathairn brinda un trabajo sutil y muy sólido, mientras que Vanessa Martínez se luce como la hija de la cantante (lástima que no haya prosperado mucho la carrera de esta intérprete). Por el otro lado, Mary Elizabeth Mastrantonio me pareció horriblemente sobre-actuada en el papel de la cantante, gesticulando de manera tan exagerada que cuesta tomar su trabajo en serio. Por lo demás, los aspectos técnicos son competentes, y la ambientación del relato en Alaska contribuye a brindarle una atmósfera inusual a la experiencia.
A fin de cuentas, Limbo no me aburrió, principalmente porque sale de lo común y despierta curiosidad ver algo alejado de lo convencional. Sin embargo, no puedo negar que la experiencia general me pareció fallida, y creo que se quedó corta del potencial que ofrecía un proyecto tan inusual como este. No obstante, como dije en otras ocasiones, siempre preferiré una cinta que intentó algo descabellado y se quedó corta, antes que otra que prefirió quedarse en la fácil mediocridad y tomó la ruta más fácil.
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