martes, 1 de enero de 2019
El Mercader de Venecia (The Merchant of Venice, 2004)
Reseña: A pesar de estar basada en la epónima obra teatral del legendario William Shakespeare, El Mercader de Venecia evita toda teatralidad gracias a la maravillosa cinematografía, el detallado diseño de producción y la fluida dirección de Michael Radford, quien mantiene un dinámico estilo visual y un sólido ritmo que mantienen la experiencia entretenida, evitando que jamás se vuelva estática o monótona (lo cual ha aquejado a otras adaptaciones cinematográficas de obras de teatro). El resultado final es una película interesante, aunque no exenta de algunas fallas.
A riesgo de sonar como hereje contra nada más ni nada menos que Shakespeare, diré que no tragué algunos elementos importantes del relato, sobre todo cerca del final. Claro, quizás eso no se deba a la obra original, sino a que posiblemente no se supo "traducir" algunos de sus aspectos correctamente a un guion cinematográfico; pero, como sea, algunas resoluciones se sienten convenientes o forzadas. Y eso resalta doblemente porque, en líneas generales, El Mercader de Venecia cuenta una sólida historia, con personajes complejos y multi-dimensionales, además de tocar temas (como la avaricia o la amistad) que siguen plenamente vigentes en la actualidad.
En el papel del usurero Shylock, Al Pacino ofrece una extraordinaria actuación, repleta de matices y expresividad. Aunque, en algunos aspectos Shylock podría considerarse el "villano" del relato, Pacino le brinda una sincera humanidad que lo convierten en una figura con múltiples capas e imposible de catalogar en una fácil etiqueta. Como Antonio, quien pide un préstamo a Shylock para ayudar a su amigo Bassanio (por no mencionar de otorgar una extraña garantía en caso de no cumplir con la devolución del préstamo), Jeremy Irons ofrece otro excepcional desempeño, tan sutil como creíble. Por su parte, Joseph Fiennes (como Bassanio) y Lynn Collins (como Portia, la dama cortejada por Bassanio) ofrecen trabajos decentes, aunque no pueden evitar verse un poco opacados por las tremendas actuaciones de Pacino e Irons.
Como dije anteriormente, los aspectos técnicos de El Mercader de Venecia son fenomenales. La cinematografía hace que todas las escenas sean un deleite para la vista, ofreciendo atractivos colores, sacando el máximo provecho de las locaciones y ofreciendo algunas imágenes que parecen auténticas postales. Finalmente, los vestuarios y el diseño de producción son tan puntillosos como eficientes, transportándonos inmediatamente a la época en la que transcurre la cinta.
En conclusión, El Mercader de Venecia tiene algunas cosas en su trama que no me terminaron de convencer, pero aún así, es una película entretenida con abundantes aspectos para apreciar, empezando por Pacino e Irons... tan solo por ellos, vale la pena ver esta película. Mi adaptación cinematográfica de Shakespeare favorita sigue siendo la demencial y exuberante Titus (1999), pero eso no impide que El Mercader de Venecia gane una merecida recomendación.
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