domingo, 10 de junio de 2018
El Libertino (The Libertine, 2004)
Reseña: El Libertino recuenta un fragmento de la vida del poeta y dramaturgo John Wilmot (también conocido como el Segundo Conde de Rochester), quien, durante el siglo XVII en Inglaterra, llevó a cabo una vida caracterizada por los excesos. Al principio de la película, el personaje mismo nos advierte que no fue una persona agradable, pero, a medida que la experiencia va transcurriendo, resulta fácil empatizar con él a pesar de sus vicios y defectos, ya que está presentado como una persona compleja y profundamente humana a pesar de sus vicios y defectos. El resultado final es una cinta interesante, aunque carente del ímpetu necesario para ser auténticamente memorable.
A diferencia de la opulencia y fastuosidad de otras películas de época británicas, El Libertino ofrece una experiencia mucho más íntima y sobria, enfocada en desarrollar a sus personajes y cultivar relaciones entre ellos. El director Laurence Dunmore mantiene un ritmo lento, pero nunca aburrido, que permite irse sumergiendo gradualmente en la psicología de Wilmot y las personas que lo rodean. Y aunque esté basada en una obra teatral, Dunmore supo evitar la monotonía y el estatismo gracias a su dinámico manejo de la cámara.
Sin embargo, creo que el principal punto fuerte de El Libertino son las actuaciones. Johnny Depp brinda un desempeño creible y carismático como Wilmot, además de que siempre logra mantenerlo anclado a un nivel humano que facilita la conexión del espectador con su personaje. En esta cinta, Depp demuestra lo desperdiciado que está en esos papeles "excéntricos" que habitualmente interpreta. El resto del elenco también brinda trabajos muy buenos, destacando a Samantha Morton como una actriz con la que Wilmot desarrolla un vínculo muy cercano y Rosamund Pike como la esposa del protagonista, expresando con absoluta facilidad el genuino amor que siente por él a pesar de sus errores.
No obstante, creo que El Libertino sufre de una falta de pasión que impide que sea memorable a pesar de sus múltiples atributos. Al enfocarse en un personaje como Wilmot, caracterizado por sus excesos y su desbordante entusiasmo, esa falta de "sangre" en la experiencia se hace doblemente notoria, y crea una cierta distancia con la audiencia. A pesar de eso, hay suficientes elementos positivos para brindar una mediana recomendación a El Libertino, aunque no con tanto entusiasmo como lo ameritarían muchos de sus elementos en forma individual.
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