lunes, 25 de junio de 2018
Man on the Train (L'Homme du Train, 2002)
Reseña: A grandes rasgos, Man on the Train cuenta la historia de un ladrón que llega a un pueblito para realizar un golpe, e inesperadamente termina entablando amistad con un señor mayor que conoce en una farmacia. Esa podría parecer la trama de un thriller, pero la realidad es muy distinta; en lugar de eso, Man on the Train es un parsimonioso drama cuyo eje es la relación que se forja entre ambos hombres, y cómo las perspectivas que ambos tenían de la vida va gradualmente modificándose. El resultado final es una película con un indudable profundidad narrativa emocional, aunque no niego que ocasionalmente se torna un poco aburrida.
Gran parte de Man on the Train consiste en extensas conversaciones que mantienen los dos personajes principales. No me molestan las cintas principalmente enfocadas en diálogos, y Man on the Train mantiene el interés en líneas generales; sin embargo, hay ocasiones en las cuales la experiencia se vuelve un poco cansada, principalmente porque el director Patrice Leconte no brinda mucho dinamismo visual a la experiencia, lo cual la hace excesivamente estática en algunos momentos. En otras palabras, Man on the Train se acerca peligrosamente al terreno teatral en algunas instancias, y creo que le hubiera venido bien una dirección con mejor manejo del ritmo y el lenguaje cinematográficos.
Por el lado positivo, tenemos las sólidas actuaciones del dueto protágonico, destacando el tremendo desempeño de Jean Rochefort como el señor mayor, logrando una composición sutil y poderosa, y llenando su personaje de elocuentes matices y expresiones. Johnny Halliday también hace un buen trabajo como el ladrón, aunque se ve algo opacado por Rochefort (como dato adicional, ambos intérpretes fallecieron en 2017, con apenas unos meses de diferencia). Por su parte, no se puede negar que el guión ofrece múltiples capas, creando personajes complejos y analizando una amplia diversidad de interesantes temas.
En conclusión, Man on the Train me pareció una buena película, que indudablemente logra dejar pensando al espectador (sobre todo con ese metafórico final, que cierra la experiencia en una nota simultáneamente agridulce y satisfactoria). Creo que hay suficientes elementos positivos para hacerla ganar una recomendación, aunque no se puede ignorar que puso a prueba mi paciencia en algunas instancias. No obstante, la experiencia me ofreció suficientes recompensas que compensaron en buena medida los ocasionales momentos de tedio.
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